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jueves, 13 de abril de 2017

María unge a Jesús


María unge a Jesús
Faltaban sólo 6 días para que el Señor Jesucristo fuese crucificado y sus amigos de Betania decidieron agasajarlo con una cena en su honor. Marta servía, como de costumbre; Lázaro el resucitado estaba a la mesa con Jesús. Simón el que había sido leproso ofreció su casa, los discípulos acompañaban al maestro y María… ¿dónde estaba María? María estaba buscando un perfume muy costoso para derramarlo sobre su Señor y Salvador a fin de preparar su cuerpo para la sepultura. Este acto de adoración fue tan trascendente que Jesús mismo la alabó y afirmó que en todo lugar donde se predicase el evangelio en todo el mundo se hablaría de lo que ella hizo. (El relato de la historia está en San Juan 12:1-8; Mateo 26:6-13; Marcos 14:3-9)Permítanme tomar esta historia y sacar algunas aplicaciones alegorizando algunas características de la acción de María. ¡No se rajen las vestiduras! No estoy interpretando ni haciendo exégesis, eso lo he hecho antes y creo no ir en contra de estas, sólo pretendo mencionar algunas frases de gran valor simbólico que pueden sumergirnos en el maravilloso evangelio de nuestro amado Salvador.Dio algo de mucho valor: María tenía un perfume de mucho precio. Era tan valioso que podría considerarse un tesoro en esa sociedad ¿Cuál es tu perfume? Para algunos serán sus posiciones materiales, para otros su personalidad, sus capacidades, para otros quizás sus logros. En fin, podríamos decir que la vida misma de cada persona es su “perfume de gran precio”. Todo nuestro ser, todo aquello que nos da valor es un perfume al que queremos y guardamos para sentirnos bien, para disfrutar, para hacer sentir a otros el agradable aroma nuestro. Sin embargo cuando María conoció al Señor se dio cuenta que había algo de mucho más valor que su propia vida. Ella vio a Cristo, comprobó su amor, sus Palabras de gracia, de fe y de esperanza; vio sus obras divinas, su gran poder y se dio cuenta que si guardaba para sí propia su vida se le esfumaría de sus manos, y la terminaría perdiendo… “porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de el Señor, la hallará” (Mateo 16:25). Así que ella fue y tomó su perfume, su vida, y la derramó sobre Cristo, su nuevo tesoro más valioso. Sólo de esta forma su vida tendría sentido y verdadero valor. Estando en Cristo.Quebró el vaso: Ella quebró el frasco pues no consideraba guardarlo para otro uso. Al venir a Cristo algo debe ser quebrado en nuestro ser. No podemos llegar intactos confiados como que todo ha estado bien hasta entonces. ¡No! Es necesario un quebrantamiento (Hechos 3:19). Necesitamos ver nuestra debilidad, nuestra fragilidad y que nuestro orgullo se quiebre para poder ungir a Jesús. El no aceptará el sacrificio de los soberbios o los hipócritas, los que llegan intactos en su autoconfianza, sin arrepentirse de todo el mal hecho, descansando en sus propias obras y en su desempeño. La justicia propia y la fe no tienen nada en común. Necesitamos ser quebrados pues si no, seguiríamos confiando en nuestra capacidad y utilidad, pero al ser partidos por la Palabra de Dios no podemos retener nada en nosotros sino solamente derramarnos sobre quién verdaderamente tiene valor.Lo derramó todo. Ella no reservó nada de perfume para sí. Al entregarnos a Cristo debemos hacerlo en forma completa, total. No debe haber reservas o restricciones, tal cosa no es agradable al Señor. (Lucas 14:33) No damos un área de nuestra vida un día y otra luego; no vamos ofreciendo nuestros miembros por separado, como una ofrenda mutilada ¡Qué ironía! Él no pide una parte de ti, pide todo tú ser. Ser un discípulo de Cristo implica negarse a uno mismo y renunciar a todo aquello que estorba la completa sumisión y lealtad a Cristo, sea esto posesiones, relaciones, o planes o cualquier otra cosa.Enjugó los pies con sus cabellos: La honra y el honor de una mujer está en su cabello, por eso los cuida, peina y adorna. María se humilló haciendo que lo más digno de ella se transforme en un paño para los pies de Cristo. Ofreció un servicio con humildad: lavar los pies, algo muy necesario en esa época y sólo los siervos de más baja condición lo hacían. Ella tomó ese lugar para servir a aquel que es digno de toda honra y honor. Cristo es digno de ser servido, siendo el Rey se hizo siervo por amor. ¡Como no rendir nuestra vida en servicio desinteresado para su gloria! (1 Tesalonicenses 1:9)Se anticipó: Ella lo hizo antes, para que no fuese nunca. Cuando otras mujeres fueron a ungir a Cristo luego de su muerte, él ya había resucitado, era tarde. Muchos tienen su vida guardada esperando el momento oportuno para dársela a Dios. Muchos postergan su entrega a Cristo pues todavía quieren conservar sus vidas consigo mismo por un tiempo más, sin embargo, los que así hacen se engañan. Estos no han comprendido lo que Cristo es, ni tampoco se han conocido a sí mismos. No son conscientes de la condenación que les espera a los que mueren en sus pecados y piensan que siempre tendrán oportunidad de arrepentirse. Hazlo anticipadamente o no lo harás nunca. (2 Corintios 6:2)Recibió crítica: Mientras el olor a perfume llenaba toda la casa y el amor y la gratitud se expresaban en María; alguien profirió su crítica. Empezó judas, luego se contagiaron los discípulos. Fue considerado “un desperdicio”. Tu vida será considerada también por muchos como un desperdicio si la derramas en Cristo. Dirán que por seguir a Jesús dejas buenas oportunidades de progreso, desarrollo personal, relaciones, etc. Te acusarán que desperdiciar tu tiempo en la iglesia y en las cosas del Señor, para ellos es totalmente vano. ¡No te intimides! El Señor es tu escudo y tu defensor. El defendió a María y dijo: Dejadla, ¿por qué la molestáis? Buena obra me ha hecho. (Mateo 14:6). Con palabras de afirmación como esas podemos estar tranquilos, que vamos en la dirección correcta, que quienes critican están cegados con esta vida terrenal, y no importa sufrir con tal de ser verdaderos adoradores de nuestro gran Señor (Filipenses 1:29).La casa se llenó del olor del perfume: En pocos minutos todo olía al perfume, era inevitable que ese olor pase desapercibido. Así mismo, los que seguimos a Cristo y predicamos el evangelio verdadero llevamos el olor de Cristo a todo lugar: Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento (2 corintios 2:14).
¿Has de derramar tu vida sobre Cristo o la guardarás para ti?

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