Le preguntaron a un hombre: — ¿Que ganas orándole a Dios?
Este respondió: — No gano nada, pero te diré lo que he perdido: La ira, el ego, la avaricia, la depresión, la inseguridad y el miedo a la muerte.
A veces la respuesta a nuestras oraciones no está en lo que ganamos, sino en lo que perdimos.
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